Los dioses frente al destino. Las Moiras.
Profundización
Impartido por: Dra. D.ª María del Val Gago Saldaña
Fatum es la noción divina del Destino; su nombre se relaciona con la raíz del verbo que significa ‘hablar’ (fari), por lo que denota “lo dicho”, la palabra divina y, por lo tanto, la palabra irrevocable.
Vinculadas a este concepto fundamental, las Moiras rigen la suerte que corresponde a cada ser humano. Láquesis, Cloto y Átropo tienen en sus manos el hilo de la vida de todos los mortales y son inflexibles, como el propio destino.
Nadie, ni siquiera los dioses, puede sustraerse a ellas, pues encarnan una ley que, si se transgrede, puede poner en peligro el orden del universo.
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1 opinion
Hay una serie (HBO) llamada «Romulus». Hay muchas escenas para comentar, sobre sus diálogos, pero hay una pregunta que ronda por la mente de una de las sacerdotisas: «¿Qué es el destino?» Y le responde: «Ni los dioses lo saben». Efectivamente, Los dioses lidian también con esta fuerza desconocida llamada destino. Un ejemplo que ilustra la idea del destino en el mundo olímpico es cuando llega la hora de la muerte de Sarpedón, hijo de Zeus, a manos de Patroclo. A pesar de que la muerte de Sarpedón es discutida entre los dioses y Zeus quiere evitarla, finalmente se dictamina lo que está escrito en el destino de Sarpedón.
Me ha faltado más trascendencia espiritual en esta conferencia, más profundidad.
El destino es tal como es. En nuestra mente limitada no podemos alcanzar a entender la fuerza del destino y sus dictados cósmicos. Estamos aún muy lejos…
Ya sabemos que el destino es inescrutable. Ni los propios dioses pueden dominar esta vasta fuerza que se les escapa de sus dominios.
A escala terrenal, el destino del hombre se caracteriza a través de la vejez (Geras), el Engaño (Dolos), el Hambre ( Limos, Etón), y las Moiras como la última estación del hombre. Las implacables Cloto, Láquesis y Atropo (la tríada temible de la que todo hombre quiere escapar) acechan al héroe en su caminar. Zeus no puede salvar a su hijo Sarpedón y accede finalmente a lo que indica la balanza del destino; no obstante, Afrodita si salva a su hijo Eneas y le insufla en su mente un propósito nuevo para el que ha sido elegido. El destino nos puede resultar en ocasiones caprichoso, pero no es tal como lo pensamos.
Hércules, héroe por excelencia en el mundo grecorromano, a través de sus doce trabajos, alcanza la apoteosis con la ascensión al Olimpo. Una vez que se fraguó la voluntad divina, se instauró el Orden después del Caos, porque precisamente el héroe se rodea de un mundo caótico, en ruinas, rodeados de monstruos, de seres de naturaleza salvaje e indómita, pero, precisamente, el propio héroe da respuesta a estos desafíos del devenir y nos enseña a combatir las múltiples caras del destino.
El destino para el héroe tiene dos vías: por un lado, seguir en su hogar y morir anciano al lado de su familia con una vida tranquila hasta que alcanza el final de sus días, sin dejar ninguna huella de resplandor y eternidad, cayendo así en el olvido para siempre, sin memoria…; por otro lado, la vida breve pero la gloria eterna de ser recordado como un héroe a través de todas las generaciones, como es el caso de Aquiles, o bien, alcanzar el Olimpo como Hércules, o el caso de Menelao, que vivió eternamente en los Campos Elíseos. En suma, héroes que eligieron la opción más difícil, el camino más arduo y tortuoso, como es el caso también de Eneas, héroe troyano que se exilió de su patria, moldeando su nuevo destino y aceptando así formar parte del elenco mundo heroico que deja atrás las comodidades, las riquezas, las alabanzas efímeras y las superficiales. En otras palabras, el héroe quiere ganar el combate más importante que se le presenta: alcanzar su propio destino.
Saludos!!