Las palabras de la ciencia: el cosmos (y la cosmética)

La ciencia nace en Grecia de la mano de la filosofía. Desde sus orígenes se conforma un vocabulario que sigue vivo en la ciencia moderna y continuamos empleando con naturalidad. Pero, si los antiguos griegos fueron los primeros en poner nombre a algunos fenómenos y conceptos, cabe preguntarse de dónde sacaron esas palabras que acabaron constituyendo el léxico especializado de la astronomía, la zoología y la botánica, la medicina, las matemáticas, etc. En realidad, dispusieron de lo que tenían: tomaron el léxico común y lo dotaron de un sentido especializado y técnico.

La ciencia moderna ha heredado, pues, del griego una parte importante de su vocabulario, con términos que han mantenido el mismo sentido que tenían en origen o han adquirido nuevos significados; pero, además, el griego antiguo nos ha proporcionado unos mecanismos de creación de palabras (prefijos, sufijos, bases léxicas) que constituyen una fuente inagotable de creación de términos nuevos, acordes a las nuevas necesidades. Y, como no podía ser de otra manera, también en el mundo de la ciencia y la tecnología se esconden los dioses, los héroes y sus mitos, que continúan dando nombre a partes del cuerpo, fenómenos de la naturaleza o nuevos descubrimientos.

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