Sófocles: La condena de Antígona y la tragedia de Creonte
Nuestra época ha hecho de Antígona una heroína romántica y ha atribuido a Creonte el papel del villano. Pero ¿fue así como los vieron aquellos primeros espectadores atenienses del 442 a.C?
Si la lectura de la Antígona de Sófocles se la enmarca en el horizonte cultural de la Atenas del momento, se ve claramente cómo los atenienses no podían compartir todas las razones de Creonte; pero tampoco todas las de Antígona.
Para los espectadores atenienses, ni Antígona fue tan heroica, ni Creonte tan villano. Nada en exceso es, y sigue siendo, el gran legado del mejor pensamiento de Atenas. Y el de esta obra.
La historia se desarrolla en Tebas, después de la guerra fratricida entre los hermanos Eteocles y Polinices, quienes mueren luchando el uno contra el otro.
Creonte, el nuevo rey de Tebas y tío de Antígona, proclama un edicto que prohíbe el entierro de Polinices, considerado un traidor a la ciudad. Antígona, movida por el deber familiar y las leyes divinas, desafía la orden de Creonte y entierra a su hermano.
La obra presenta un conflicto trágico entre el deber hacia la familia y el deber hacia el Estado. Antígona defiende el valor sagrado de los ritos funerarios y la justicia divina, mientras que Creonte defiende la estabilidad y el orden civil.