Ciudades, ciudadanos y soberanos: imágenes del poder en el mundo grecorromano
En su inicio la cultura micénica abrazó modelos iconográficos de raigambre oriental para representar el poder (carro de guerra), pero desde época arcaica el desarrollo de la polis y el concepto de ciudadano hicieron desaparecer la imagen del monarca divino o todopoderoso, para generar una expresión del poder asociada ahora a la idea de la ciudad, en monedas, arquitectura o monumentos escultóricos, aunque no por ello desapareciera la imagen de ciudadanos ilustres o exaltados, por decisión de la misma ciudad. Desde Alejandro de Macedonia reaparece la imagen del monarca heroico, en batalla o divinizado a su muerte, desnudo. La República romana tardía comenzó a adoptar estos patrones iconográficos helenísticos, pero Augusto desarrolló todo un nuevo programa iconográfico para, exaltando Roma, elevar al tiempo su prestigio y el de la familia reinante. El patrón griego clásico o helenístico, pasado por el tamiz de la mentalidad romana, evolucionó desde el s. III d.C. hacia nuevas formas más hieráticas, y en cierto modo orientales, de representación del poder.
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